Hector Cassé tuvo desde chico serios
problemas auditivos, pero eso no le impidió dedicarse de lleno al fútbol. El
ascenso que logró con Temperley en 1982 quedó en la memoria de propios y ajenos.
Un ejemplo de superación.
Bien puede decirse que fue el
Beethoven del fútbol. Hector Jorge Cassé nació el 21 de junio de 1957 en
Salliqueló, en la provincia de Buenos Aires.
Lo que agranda la figura
deportiva de este exarquero es que a los pocos meses de vida quedó prácticamente
sordo por una otitis que fue mal curada, con apenas el 40% de audición en su
oído derecho. Como suele suceder en esos casos, ese problema derivó en un
precario manejo del habla. Por eso, su familia decidió mudarse a la Capital
Federal para empezar tratamientos que lo ayudaran en su enfermedad. Asistió al
Colegio Oral de Buenos Aires, donde aprendió a leer los labios y a ejercitar
sus cuerdas vocales, de modo que no dependa únicamente del lenguaje mediante
señas. De esta manera se comunicaba con el técnico y los jugadores.
A pesar de todas esas dificultades, Cassé
tenía un sueño, uno muy común en muchos chicos y adolescentes: jugar y
dedicarse al fútbol. Hincha de River y admirador de Ubaldo Filliol, arrancó
jugando en Jorge Newbery, equipo de su ciudad natal. Pero su primer gran paso
lo dio en Gimnasia y Esgrima de la Plata. Allí hizo las inferiores y debutó en
Primera División en 1979, de la mano de Antonio Rattín. Al año siguiente pasó a Temperley, donde casi
se puede decir que tocó el cielo con las manos. En 1982, la final del octogonal
donde el Celeste y Atlanta luchaban por el ascenso a la Primera División tuvo
que definirse desde los doce pasos. Tras no quebrarse la diferencia, llegó el
turno de Enrique Hrabina para los bohemios. Pateó a la derecha, al mismo lugar
donde Cassé se arrojó. Con su estómago desvió la pelota; y además de coronar un
día inmejorable, ya que había convertido también el que le tocó patear, dejó a
Temperley al borde del ascenso. En el penal siguiente, su compañero Ricardo Dabrowsky
marcó el penal definitivo y consagratorio. Fue 13 a 12. Pero el “Mudo” (así
le apodaban cariñosamente) fue quien se ganó todas las palmas, y a partir de
ese momento se metió de lleno en los corazones de los hinchas celestes, que
vieron nacer a un nuevo héroe. Vistió esa camiseta en 185 oportunidades hasta
que se fue en 1986. Después pasó por Quilmes, Douglas Haig, Atlanta, Central
Córdoba de Santiago del Estero, Excursionistas, y otros equipos chicos de otras
provincias, antes de retirarse definitivamente de la actividad profesional en
1997.
Por Luciano Lo Vasco (@Lovalucho)
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