y el de El Porvenir al Nacional B. A los 31 años jugaba en Laferrere y murió a causa
de un accidente de tránsito. Tiene una película en su honor.
No
se puede comenzar una nota sobre José Luís Sánchez sin hacer referencia al
apodo por el que todos lo conocían, “Garrafa”. Este sobrenombre se debe al
oficio de su padre, cuyo trabajo era repartir garrafas de gas comprimido -labor
que según él tendría que haber realizado sino hubiese sido jugador de fútbol-
en el partido de Laferrere, lugar donde se crió y, varios años después, murió.
Sánchez debutó en su querido Laferrere -club
del cual es confeso hincha- el 26 de noviembre de 1993 frente al clásico rival,
Almirante Brown. Con sólo 19 años disputó ese encuentro en una posición
particular, de lateral izquierdo. A pesar de ser un enganche habilidoso, quería
jugar y por necesidad del equipo, el técnico Roberto Ferreira lo ubicó en ese
lugar. Allí tuvo compañeros de la experiencia de Marcelo Trobbiani y Mario
Videla, entre otros.
Cuando todavía jugaba en el club de La Matanza tuvo la
oportunidad de ir a Boca: "Con Laferrere fuimos a disputar un amistoso
contra Boca en el predio de Ezeiza. El domingo el Xeneize ganó y el técnico
Carlos Bilardo, por cábala, pidió jugar otra vez con nosotros. Anduve bien y me
ofrecieron entrenarme con ellos. Como no tenía con qué ir hasta allá, porque no
hay colectivos, iba en mi moto. Un día, por la autopista, pasé por al lado de
la camioneta de Nery Pumpido, que llevaba a Bilardo. Me vieron y como había una
cláusula que les prohibía a los jugadores andar en moto, al día siguiente me
dijeron que no fuera más. Yo sabía que no podía andar en moto, pero, ¿iba a ir
a dedo? Por eso digo que no me arrepiento”, manifestó Sánchez con respecto a
esa situación.
Jugó en Laferrere hasta 1997 y luego pasó a El
Porvenir, donde logró el ascenso a la Primera B Nacional en 1998. Ya en la
segunda categoría, el conjunto de Gerli disputó el octogonal final por un
ascenso Primera, pero perdió en semifinales contra Juventud Antoniana. Tras dos
temporadas, "Garrafa" emigró a Bella Vista de Uruguay, con el cual
clasificó a la Copa Libertadores, pero no pudo jugarla debido a una enfermedad
que tenía su papá Francisco -que luego terminaría con su vida- y decidió volver
a la Argentina para poder estar todo el tiempo con su padre y su familia. A
causa de esto, se alejó de las canchas un largo tiempo.
Tras casi diez meses inactivo, Sánchez volvió
al fútbol argentino contratado por Banfield, institución en la que se convirtió
en ídolo indiscutido. En el Taladro estuvo desde el 2000 hasta el 2005,
formando parte del último plantel que ascendió a la Primera División, donde fue
fundamental, sobre todo en las finales frente a Quilmes, a fines de la
temporada 2001. Pero ese no fue su único logro, sino que disputó la Copa
Libertadores en el 2005, cayendo en cuartos de final frente a River, con un
global de 4-2 abajo; y le clavó un gol de tiro libre a Independiente, que
sirvió para salvar a su equipo de la promoción. En la segunda mitad de ese año
volvió al club que lo vio nacer, a su primer hogar, a Laferrere, sin saber que
esa camiseta iba a ser la última que iba a ponerse.
El 8 de enero de 2006 fue un día trágico para
los amantes del buen fútbol. El ex volante, a los 31 años, se había caído de su moto en un accidente frente a su casa dos días
antes. Fue trasladado a la clínica Mariano Moreno, en donde se le diagnosticó
una "fractura de cráneo con pérdida de masa encefálica". Debido a
esto, y a estar afectado por un cuadro de "muerte cerebral
irreversible", el futbolista amado por muchos dejó vacías las canchas y
pasó a un lugar mejor.
José Luís “Garrafa” Sánchez nació el 26 de mayo de 1974 en la zona sur de Buenos Aires. En honor a su trayectoria, hinchas de Banfield crearon un film llamado “El Garrafa, una película de fulbo”. Además, posee una estatua realizada por el artista Jorge Gionco, expuesta en el jardín de ingreso a la sede social del taladro y varios textos que sus fanáticos le dedicaron. Muchos adjetivos le calzan a la perfección al ex volante con una característica y particular pegada: talentoso, impulsivo, mágico, con alma de potrero, entre otros. Lo que si es claro, es que él vivió como jugó: “ Yo no pienso, vengo a jugar, a divertirme. Hago la entrada en calor y estoy bailando, estoy jodiendo. Yo siento que el fútbol es así, que tenés que demostrar lo que sabés y si sabés jugar tenés que estar tranquilo. Ahora hay jugadores que están nerviosos, les duele la cabeza, pero porque están constantemente pensando en el partido. No hay que pensar mucho en el partido, hay que jugarlo. Cuando estás adentro de la cancha son once contra once”, reflexionó alguna vez el querido Garrafa, afirmando con palabras su auténtica forma de ser.
Matías Cano (@Maaticano)
Joaquín Cuevas (@KiitiCuevas
Nicolás Tacchia (@NTacchia)
Lucas Casero (@Merrybluees)
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